Una de las razones por la que casi no consumimos sardina es por su fuerte olor, un impedimento que puede solucionarse dejándola en remojo durante dos horas, en un recipiente con leche antes de cocinarlas. Para que la sardina conserve su olor tenemos que seleccionarla en una época apropiada y que se encuentre en buenas condiciones. Saber cuando la sardina esta fresca es muy sencillo, debemos fijarnos que tenga la piel tersa y brillante, y que los ojos no están amarillentos. Las escamas por su parte deben ser de un tono rojo intenso y el ejemplar debe desprender un olor suave. Una vez que compremos la sardina tenemos máximo dos días para cocinarla, pues no se conserva en condiciones óptimas durante mucho tiempo, mientras tanto debe mantenerse en la parte más fría del refrigerador. |