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 Comienza un día más, otra jornada de trabajo, ya sea con las ocupaciones propias de la casa o bien fuera de ella, formando parte de la economía local. Al término del día laboral se da paso a la convivencia, entonces se ponen sus coloridas prendas, se trensan el cabello, lo colocan alrededor de su cabeza y lo adornan con flores, se maquillan y perfuman. Al son de la música bailan, cantan, otros entre risas y choque de vasos rien y platican. Por cierto, cada año, en el mes de noviembre están de fiesta con su vigilia de las intrépidas. Asi es la vida de los muxes, llamados así mismos como el tercer género, término que ha sido reconocido y celebrado desde la época prehispánica, adquiriendo a través del tiempo un papel muy importante en la comunidad. Viven en un pequeño poblado que tiene por nombre Juchitán, ubicado en la región del istmo de Tehuantepec; allá en Oaxaca, al sur del país. Muxe es un término zapoteco, que solo existe aquí en el Istmo. Algunos dicen que se cayeron del bolsillo de Vicente Ferrer, el santo patrón de Juchitán, al pasar por la ciudad, lo que, según los lugareños, significa que nacieron con una estrella de la suerte. Una segunda versión de la leyenda dice que el santo llevaba tres bolsas: una con semillas femeninas, otra con semillas masculinas y otra más donde las dos estaban mezcladas. De acuerdo con esta historia, la tercera bolsa se filtró en Juchitán, y esa es la razón por la que hay tantos muxes aquí.
Para Biiniza Carrillo Medina, los muxes son el resultado de una identidad cultural que tiene que ver con personas que biológicamente son hombres pero que crean una identidad femenina y actúan bajo roles femeninos establecios. Son gente muy respetada pues son más un género social que sexual. Es tanta su importancia que una madre el tener un hijo muxe es una bendición, ya que es un gran apoyo en el cuidado de la casa y de los hermanos pequeños. "Los hombres en esta comunidad se dedican a la agricultura o la pesca, mientras que sus mujeres comercializan el producto, por lo tanto no hay nadie que se encargue de cuidar la casa y la familia, ahí es donde entra el muxe", explicó Noé Díaz, un maestro de escuela primaria que convive con sus amigos muxes. Cuando una madre se da cuenta que tiene un hijo muxe, exige que le sean respetados sus derechos, luego lo va familiarizando con un muxe adulta que tenga alguna profesión u oficio respetable; hay algunos oficios que incluso desde los antepesados de esta región han sido exclusivos de este nombrado tercer género. La comunidad por su parte, los recibe con agrado y tanto ellos como sus familias son apoyados.
Hay quienes se dedican a la fabricación y venta de artesanías, otros preparan exquisitos platillos, unos más se enfocan en el bordado y la confección de ropa o tienen su salón de belleza. Y así como tienen la libertad de trabajar y expresar su ideología también viven bajo ciertas restricciones como por ejemplo, un muxe vestido de mujer nunca ocupará un cargo público. En su vida personal no se les permite tener relaciones a largo plazo o casarse para que puedan quedarse al cuidado de sus madres cuando envejezcan. A pesar de ello un muxe vestido de hombre se puede casar mientras que uno vestido de mujer no, ni siquiera puede tener novio publicamente. Las relaciones entre un macho muxe y un heterosexual tienen significado, no así entre un hombre muxe y un hombre gay, de hecho son inconcebibles. En el aspecto social, la comunidad ha creado la Dirección municipal de políticas públicas para la diversidad sexual, con el fin de facilitarles el acceso a la educación, vivienda y salud. Esta institución lucha para que los muxes puedan gozar de la mismas oportunidades que el público en general y no tengan que salir de sus comunidades, al contrario, sean una fuente de apoyo a la economía local, objetivo que hasta la actualidad se ha cumplido. Fuentes:
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