Diagnóstico y tratamiento del Síndrome de Tourette

A causa de la complejidad del Síndrome de Tourette, el diagnóstico es establecido a través del seguimiento por parte de un profesional médico. Para esto, se observan los síntomas y se evalúa, en caso de ser posible, la historia clínica familiar. Adicionalmente, se realizan estudios de neuroimágenes como tomografías, resonancia magnética y escáner electroencefalográfico; distintas pruebas de sangre para descartar otro tipo de patologías que pueden ser confundidas con el Síndrome de Tourette.

Algunos otros criterios a tomar en cuenta para el diagnóstico de este Síndrome son:

• Múltiples tics motores y uno o más tics sonoros.
• Frecuencia de los tics: si se presentan con regularidad, como todos los días; o de forma intermitente, durante más de un año.
• Severidad y complejidad de los tics.
• Inicio antes de los 21 años.
• Tanto los movimientos, como los ruidos involuntarios no se pueden justificar por otras razones.
• La enfermedad ha originado un importante deterioro de la calidad de vida del paciente, en el ámbito social, académico, laboral y emocional.

Con respecto al tratamiento, desgraciadamente no existe cura definitiva para el síndrome, sino que éste depende de la gravedad de la enfermedad. Los de grado leve, no están significativamente incapacitadas por sus tics, por lo tanto no necesitan medicación.

Por el contrario, para los grados más graves y que causan otras repercusiones como dolor o problemas de adaptación social, se emplean fármacos neurolépticos, que tienen como objetivo, reducir la intensidad y frecuencia de los tics.

Como punto importante, se debe recalcar que la terapia psicológica es imprescindible para mejorar la calidad de vida del paciente, ya que se encarga de tratar los trastornos asociados al Síndrome de Tourette, como la ansiedad, el estrés, la depresión, los problemas de aprendizaje y de conducta, así como los problemas que afectan el buen desarrollo social y las relaciones interpersonales.

Autor:Alee Núñez