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 Las ciudades crecen desmesuradamente y a su paso, las edificaciones y el pavimento han invadido el paisaje. Los jardines urbanos son la solución que contrarresta dicha situación, pues no sólo embellecen el panorama, sino que benefician enormemente la salud física y mental de los habitantes. Ciudades en problemas
La ciudad contemporánea se ha empeñado en expulsar la naturaleza de su entorno. Las estadísticas han demostrado que en los últimos años se ha perdido un porcentaje significativo de árboles y áreas verdes existentes, generando un impacto social y ambiental negativo en el área. Como principal consecuencia de esta escasez en las ciudades con alto nivel de urbanización, se tiene el aumento proporcional de los residentes a sufrir episodios de psicosis y depresión. En cuestiones ambientales, el clima se desequilibra, volviéndose extremo, con temporadas de sequía frecuentes y lluvias torrenciales que inundan en su totalidad algunas zonas.
Es entonces que los jardines, los parques, las zonas verdes y el arbolado representan aquellos elementos claves para mantener y conservar la buena calidad de vida de las ciudades y por supuesto, de sus habitantes. Específicamente, los jardines representan un escape de la rutina y las aglomeraciones de las grandes avenidas y zonas habitacionales. Además, se convierten en espacios recreativos para hacer algún deporte, convivir sanamente o caminar respirando el aire fresco. Otros beneficios que brindan son: Efectos curativos. Algunos estudios demuestran que, en los hospitales, los pacientes que tienen vista hacia el jardín tienen una recuperación más rápida que aquellos que no la tienen. Asimismo, los habitantes que tienen la naturaleza a sus alrededores, viven de manera más pacífica, con menos violencia en sus hogares, y con un espíritu más fuerte de comunidad. Bienestar emocional. Investigadores suecos afirman que los jardines urbanos ayudan a las personas a recuperarse del agotamiento. Con solo pasear y caminan entre los árboles, se alivia el cansancio del cerebro y se mejora la concentración. Los jardines urbanos contribuyen también a disminuir el estrés, la ansiedad y la depresión. Al mismo tiempo, resultan factores motivantes para enfrentarse al día a día de los habitantes.
Ambiente limpio. Según los datos de The Nature Conservancy, los árboles eliminan desde el 7 hasta el 24% de las partículas suspendidas en el aire, lo que favorece su purificación. Reducen a su vez la temperatura del ambiente, evitando los golpes de calor; producen oxígeno y filtran la radiación. Disminuyen el aislamiento. Los espacios verdes en las ciudades facilitan la interacción social, pues son sitios en los que coinciden los habitantes, ya sea para descansar o hacer ejercicio. Los jóvenes, sobre todo necesitan zonas así para su esparcimiento, pues los hacen salir de la burbuja tecnológica en la que se vive en esta era. Favorece la biodiversidad. Los bosques y jardines urbanos sirven de refugio a cientos de especies, tanto de fauna y flora, cuyo hábitat natural ha sido destruido por el asentamiento humano y la construcción de calles y edificios. Aumentan el turismo. ¿Quién no prefiere visitar una ciudad con hermosos áreas verdes y zonas rodeadas de árboles y colorida vegetación? Los jardines urbanos benefician la economía de las ciudades, pues espacios así en buenas condiciones, se transforman en destinos predilectos para los turistas. Un gran ejemplo de ello, es Central Park en Nueva York.
Tras ser conscientes de los aspectos positivos que nos proporcionan los jardines en las ciudades, se ha puesto un gran esfuerzo en generar, rescatar y rehabilitar áreas verdes en distintas urbes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere que los municipios dispongan, como mínimo, entre 10 y 15 m2 por habitante. Cabe agregar que la responsabilidad de crear áreas verdes no sólo recae en las autoridades locales y organizaciones externas, sino también en el interés y la colaboración de los mismos habitantes que pueden contribuir plantando, regando o cuidando los árboles y vegetación de su entorno. Autor: Ale Núñez. L.C.C. Fuentes: |
