Comer es necesario para mantenernos vivos ya que a través de los alimentos obtenemos los nutrientes necesarios para que nuestro organismo funcione y de forma adecuada. Sin embargo no siempre comemos ni lo adecuado no lo necesario, sobre todo cuando este acto se relaciona con las emociones. Diversos eventos como por ejemplo perder un familiar, un trabajo, discusiones familiares, con la pareja, etc. , nos pueden generar estrés, ansiedad, depresión, enojo, tristeza lo que nos lleva, entre otras cosas, a dejar de comer o comer en exceso, teniendo por consecuencia subir de peso, y a esos kilos ganados se le suele llamar por los especialistas en el tema como "emocionales". Y es que los pensamientos, emociones y creencias tienen un impacto directo sobre la digestión, las hormonas del metabolismo, la absorción de nutrientes, la quema de calorías y cómo acumulamos grasa. Percibir a la comida como una recompensa, distractor o tranquilizante nos lleva a perder el control. Esa compulsión a comer no es una conducta "natural" ni "normal", sino aprendida, un hábito al que muchos recurren, de manera a veces inconsciente y casi automática. Comer en exceso y muy seguramente sin hambre incrementa la propia ansiedad y el estrés, deja además un sentimiento de culpa que creemos puede desaparecer cuando volvemos a comer pero luego nos volvemos a sentir mal y así nos encontramos ante un círculo vicioso. ¿Qué podemos hacer para perder esos kilos emocionales?Tener y mantener un peso saludable es el resultado de un conjunto de hábitos no sólo de alimentación y actividad física, también de la forma de relacionarnos con nuestras emociones, las cosas que nos suceden, la gente que nos rodea. Es muy importante buscar el apoyo de profesionales expertos en el cambio de hábitos: médico, nutriólogo, psicólogo, entrenador físico. Elegir una dieta lo suficientemente segura y eficaz para dar resultados equiparables al esfuerzo, esto nos motivará a seguir. Ser conscientes de que perder peso implica también crecimiento emocional, no sólo por la satisfacción de sentirnos mejor con lo que vemos, sino porque en el proceso nos quedamos con las emociones que nos sirven para crecer y aprendemos a desechar aquellas que nos lastiman y que son inútiles. No dejar de escuchar al cuerpo. Puede estarnos diciendo que cuidemos la calidad de los alimentos, que tengamos prudencia en las cantidades o que necesitamos movernos. Pero también puede estar pidiéndonos aceptar, perdonar, ser humildes o menos controladores. Cada uno tenemos un mensaje personal que leer y es nuestra decisión prestar atención o ignorarlo. Añade estos tips a la hora de comer:
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