Sabemos que la salud de nuestra piel depende de varios factores, entre ellos podemos mencionar nuestra alimentación, su hidratación con los productos adecuados para cada tipo incluso si hacemos ejercicio y dormimos bien, pero además influyen otros hábitos de vida y el nivel de estrés diario. Los problemas de la piel agravados por el estrés crónico tienen que ver con la circulación de la sangre, en estas situaciones, el organismo necesita una respuesta rápida para poner en marcha estrategias de lucha, huida y parálisis. Para ello, el cortisol reconduce el flujo sanguíneo hacia los músculos, el corazón, los pulmones y el cerebro, quedando desprovista de ese aflujo de sangre a la piel. Igualmente, el estrés afecta negativamente al sistema inmune y hace a nuestra piel más vulnerable a las infecciones y a las agresiones externas. Las dermopatologías más comunes que pueden tener al estrés como causa o empeorar el padecimiento son: Acné: aunque los factores hormonales son decisivos para la aparición del acné, cada vez se da más importancia a los factores emocionales. Comúnmente se presenta en la cara, cuello, hombros, pecho y espalda alta. Hay brotes en la piel que constan de puntos negros, puntos blancos, espinillas, quistes y nódulos profundos y dolorosos. Si no se trata, puede dejar cicatrices u oscurecer la piel. Dermatitis atópica: aunque puede ser ocasionada por factores ambientales, deshidratación, irritantes, infecciones e incluso por el sudor, una parte de los casos guarda una estrecha relación con el estrés. En este caso se produce un círculo vicioso entre el prurito (picor) y el rascado, que se puede tornar en obsesivo y provocar el empeoramiento de la dermatitis por sobreinfección y aparición de otras complicaciones más graves. Dermatitis seborreica: es una enfermedad que se ha relacionado directamente con episodios de estrés. Aparece en momentos de gran ansiedad de los pacientes por ejemplo un cambio de trabajo o domicilio, boda o divorcio, enfermedad o muerte de algún familiar, exámenes, etc. Se manifestarían como descamación en áreas como la cabeza, cejas, alas nasales, etc. Alopecia areata: es la pérdida de pelo en zonas muy concretas del cuero cabelludo, en forma de pequeños círculos como monedas. Tiene una predisposición genética por aparición de factores autoinmunes, pero se ha demostrado una alta influencia de factores emocionales. Psoriasis: "se trata de una enfermedad crónica de la piel que produce inflamación y, en algunos casos, descamación. "Se presenta en brotes y, una vez que aparece, acompañará al paciente durante el resto de su vida", indica la dermatóloga Mayte Truchuelo. "Los brotes son más comunes en situaciones de estrés, apareciendo habitualmente en placas hiperqueratósicas en codos, rodillas y cabeza." informa la especialista. Vitíligo: "es una enfermedad cutánea autoinmune que se manifiesta a través de manchas sin pigmento, es decir, manchas blancas en la piel en cualquier parte del cuerpo", apunta Truchuelo. "Se produce porque las propias defensas del cuerpo atacan a los melanocitos de la piel, las células que producen la melanina. Si bien, existe un componente genético que predispone a padecer vitiligo, entre los factores ambientales que influye en su desarrollo, el estrés es uno de los más importantes", apunta Mayte. Rosácea: afecta la piel de la cara, es un padecimiento crónico que se presenta en brotes (mejora y empeora). Se caracteriza por la aparición, al inicio, de un enrojecimiento de la cara. Es común en personas de piel clara, y aparece más entre los 30 a 50 años. Cabe señalar que el factor psicológico es causa, pero también una de las consecuencias, ya que muchas personas pueden sentirse tristes por el aspecto que muestran ante los brotes de la rosácea. Tratamiento especialDesde luego parte importante del tratamiento de estas dermopatologías es evitar situaciones estresantes pero sabemos que eso es imposible, por lo que, para prevenir que afecte a nuestra piel, esta debe estar fuerte y preparada pero ¿cómo podemos lograr esto? la clave está en hidratarla muy bien y protegerla en la medida de lo posible de agentes externos como el sol o la contaminación. Si en nuestra piel ya han aparecido los síntomas de algunas de las afecciones mencionadas anteriormente, expertas en el tema indican reequilibrarla limpiándola, hidratarla a profundidad y determinados cuidados calmantes y regeneradores para aplicar en casa y como parte de nuestra rutina, a todo esto por supuesto se la añade la visita continua con el dermatólogo. El factor psicológicoPedro Adrados, psicólogo clínico del Hospital Vithas Nuestra Señora de América indica que "aunque muy pocos pacientes que acuden al dermatólogo refieren una posible causa psicológica de su afección cutánea, sí son muchos los que señalan la influencia del estrés en la evolución de su enfermedad". "Las estadísticas muestran que el 30-40% de los pacientes que acuden a la consulta dermatológica, tienen asociado un componente psicológico a su proceso cutáneo", indica el especialista. Al tratarse de patologías que se perciben de forma externa además de los molestos síntomas afecta también a la propia autoestima, pues la aperiencia física es percibida negativamente por la persona, provocándole un estado emocional de preocupación, lo que a su vez agrava los síntomas. "La presencia física de una dermapatología afecta otras áreas del sujeto como sus relaciones sociales, afectivas y laborales; la calidad del sueño y la alimentación, sus relaciones íntimas o lo llevan al abuso de sustancias como el alcohol" añade Adrados. "Todos estos factores, indirectamente, tiene unas repercusiones en el sistema endocrino e inmunológico del sujeto estresado, lo que a la vez agravaría los brotes, entrando en un círculo vicioso". Aprender a controlar el estrés y las emociones negativas que surgen en los brotes es fundamental, de esta manera podemos lograr que no se agrave la situación. Para ello, Pedro Adrados apunta a algunas cuestiones claves como la reorganización y replanteamiento de la situación que nos causa estrés; afrontar de manera eficaz y con una actitud activa para realizar cambios en los aspectos estresores (ámbito laboral, familiar, etc.). Asimismo, el especialista recomienda la práctica de técnicas de relajación y ejercicio físico, que reduzcan los niveles de activación fisiológica. Fuentes: |