El esplendor mexicano ha rebasado fronteras y se ha instalado en un pequeño rincón de Francia. Así como lo lees. Barcelonnette, también conocida como "La Mexicana" retrata orgullosamente en sus alrededores el folclor y la esencia tricolor desde el otro lado del mundo. Conoce un poco sobre este peculiar sitio. Mariachis en los Alpes
El Valle de Ubaye, en los Alpes franceses, es sede desde hace más de 100 años del encuentro entre la cultura mexicana y la europea: Barcelonnette, un pequeño y acogedor pueblo, al sureste del país, que se ha caracterizado por recrear el espíritu mexicano a través de su arquitectura, la gastronomía y tradiciones propias de la tierra azteca, tal como el mariachi. Incluso, una imagen tan propia y simbólica como el águila devorando una serpiente se encuentra materializada en este lugar, además de las distintas plazas con nombres destacables de espacios puramente mexicanos. Una de ellas, y la primera del pueblo, lleva por nombre "Valle de Bravo", mientras que la "Avenue Porfirio Díaz", guarda un estrecho lazo con el México del siglo XIX, que fue parte de la inspiración para el surgimiento de este lugar. México en la historia francesa
El origen de Barcelonnette, de acuerdo con investigaciones y retazos de leyendas, deriva de la conexión mexicana que data desde el año 1821, cuando los hermanos franceses Arnáud decidieron probar su suerte en tierras extranjeras. Salieron de su país natal, pasaron por Luisiana y se asentaron en la capital mexicana para emprender su pequeño almacén textil "Las Siete Puertas". El progreso y éxito estuvieron de su lado y acumularon una gran fortuna, por lo que decidieron asentarse. Sin embargo, su historia viajó y se esparció por todo Francia, alentando a una gran cantidad de jóvenes barcelonnettes a emigrar a México y acumular su propia riqueza. Por otra parte, el fenómeno migratorio se intensificó cuando Maximiliano de Habsburgo se convirtió en emperador de México en 1864, lo cual representó comunicación mensual, vía marítima, entre Barcelonnette y Veracruz.
Así fue como miles de jóvenes se establecieron en un amplio corredor que va desde el puerto hasta la Ciudad de México. Paulatinamente, tintorerías, sombrererías, fábricas, pastelerías y el sector industrial fueron lideradas prácticamente por los barcelonnetes en las calles del Centro Histórico. Se cree que pudieron haber emigrado alrededor de 2 mil a 5 mil franceses, cifras bastantes considerables para aquella época. Años más tarde, Porfirio Díaz, durante su mandato y al ser un gran admirador de la cultura francesa (por ser la capital cultural del mundo), inició un proceso de afrancesamiento en el país. Prueba de ello fueron las tiendas departamentales, las cuales buscaban parecerse a las grandes boutiques europeas. Fue precisamente esto, lo que dio la pauta para el auge de la industria textil, que hoy sobrevive en México en la forma de tiendas como Palacio de Hierro, Liverpool y Fábricas de Francia. Este fue el intercambio cultural entre ambas naciones. El encanto de México trasciende
Sin embargo, no todo fue viento en popa. Tras la Revolución Mexicana, muchos franceses se vieron obligados a regresar a su tierra de origen, llevándose con ellos la hermandad del mexicano y la calidez de la ciudad, que en ese momento fue pieza clave en la consolidación de su crecimiento económico. Agradecidos con la gente que los recibió con brazos abiertos y maravillados con la cultura mexicana de la que se sintieron parte, los emigrantes decidieron hacer una réplica de su experiencia y crear su propia versión de México en su nación. Así surgió Barcelonnette, de la añoranza y fascinación de los franceses por su segundo hogar. Es entonces, que posterior a su regreso, comenzaron a "mexicanizar" su pueblo. Entre mosaicos y papel picado
Los primeros indicios de este cambio se notaron en las construcciones de las llamadas "maisons mexicaines" (casas mexicanas), cuyo estilo arquitectónico se basaba en la estética mexicana de ese entonces y que hoy sirven como testimonio de aquella fortuna acumulada. Le siguieron sus calles, hoteles y comercios que hoy en día llevan nombres como Puebla, Morelia, "La Tapatía" y "La Adelita"; después se adaptó la comida, se agregaron pequeños detalles folclóricos y por supuesto, se incluyeron algunas festividades tradicionales.
Y hablando de celebraciones, anualmente, en el mes de agosto, se lleva a cabo el Fêtes Latino-Mexicaines, que exhibe durante una semana actividades que van desde presentaciones de Mariachi estilo Jalisco, hasta danzas regionales, caballos y cursos para aprender salsa. Además de que se ofrece comida mexicana y tequila. Cabe mencionar que el poblado cuenta con la villa "La Sapiniere", que a su vez aloja el museo de la Vallée, el cual cuenta con colecciones que marcaron la vida de los residentes de la zona, su historia local y en el que es posible admirar objetos y artesanías traídos desde México. Turismo franco-mexicano
Gracias a la singularidad de "La Mexicana", el turismo forma parte de su día a día y es uno de los motores principales de su economía. De hecho, al año se estima una cantidad de 300 mil visitantes, entre ellos, muchos mexicanos que desean conocer este pedazo de su patria en occidente. Y en cuanto a la esencia francesa, Barcelonnette también es un destino ideal para los amantes de los deportes al aire libre, pues se tiene la oportunidad de practicar caminatas, vuelos de vela, equitación y esquí alpino durante el invierno. Autor:Alejandra Núñez. L.C.C. Fuentes:
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